POESÌA EN MOVIMIENTO
(Escrito de un Maestro mejicano)
El sol desvela el espectáculo luminoso de la tarde. Por los pasillos, los karatekas se apresuran a la cita con sus límites físicos y mentales: el reto está ahí. Pasan por la puerta que conduce al dojo, la puerta que lleva a la superación.
Sudor, exhalación, ámbito de mística marcial. Gritos que preludian la excitación del logro, del combate a la debilidad, a la flaqueza. Los karateguis relucen. Lejos de ser trajes deportivos son vestimentas rituales que se portan con honor y aristocracia, algunos se combinan con el colorido de los cinturones amarrados en la cintura; blancos, naranjas, marrones, negros.
Símbolos, colores y signos, jerarquías que transfiguran la cotidianeidad en una aventura. Los practicantes saludan solemnemente, inclinando suavemente su cuerpo hacia delante, antes de traspasar la barrera entre misterio y realidad, frontera que divide lo que son de lo que pueden llegar a ser.
El tatami, tierra de nadie y de todos, lugar sagrado donde encontrarse consigo mismo, transporta la práctica de karate a la dimensión del movimiento.
Las fuerzas oponentes: la dificultad, el jadeo, el desanimo; están ahí, pero yacen para ser superadas; el Shihan / Sensei / Senpai, las hará desaparecer con el movimiento preciso.
El Instructor mira, medita, registra el aire, contrasta la sabiduría; Guía de la aventura, maestro de arte marcial, es el barquero que timonea en el océano del control del cuerpo. Sabedor de la kinesis, templador de guerreros, con modo amable pero enérgico analiza al discípulo y le prepara para recibir el linaje: la poesía del Karate, el arte del poeta – Guerrero que traspasa universos y que se revela momento a momento.
Paso a paso, el Karate no está, sino que es. Se hace, aparece, se forma, vive a través de cada Karateka que entrega su vitalidad como una ofrenda a la incursión humana hacia el infinito.
Calentamiento, estiramiento, patadas, guardias y defensas, escriben signos en el aire que representan el combate con nuestras partes oscuras, regiones desconocidas que, sin armonía aparente, hacen presa de nosotros.
La disciplina marcial es curativa, fortalece y apuntala, por eso, al término de la clase, todos los practicantes forman línea y presentando su respeto se postran ante si y ante sus maestros. Juntos reconocen el triunfo del hacer humano frente a sus limitaciones.
Todos saludan, sudorosos y satisfechos, celebrando un día más en el que el karate se manifestó como una expresión de la superioridad del espíritu o del espíritu de la superioridad.
Pere Beltrán, Marzo-2023
ペレ・ベルトラン
Mas Oyama’s Kyokushin Shibucho
Presidente de la Seishin Kyokushin Org.
Osu!!!