KARATE-DO, UN ARTE PARA SENTIR
«KARATE-DO, UN ARTE PARA SENTIR» decía uno de mis maestros (y razón no le faltaba) que la gente que practica esta disciplina marcial, en su obsesivo afán de llegar a cinturón negro, olvida que éste noble camino es largo e interminable, a veces tortuoso, hacia el arte en sí mismo que es el Karate-Do.
Las masas ingentes que merodean su práctica como si fuesen retos a corta-media distancia, como si lo que practicasen fuesen una serie de objetivos light o superfluos, o pasatiempos físicos que les permitan perder volumen, peso y erradicar elementos extraños, toxinas perjudiciales de su cuerpo para sentirse bien y mejor, más “sanotes”, notándose con ello ocasionalmente “realizados”, no suelen caer en la cuenta a la hora de la verdad de la pantomima en que han invertido, sin saber lo que es de verdad esto del Karate-Do …de lo que realmente va.
Se ignora todo lo que lleva detrás y lo que hay por delante, y luego ¿qué?, seguiremos “flipando” creyéndonos armas de destrucción masiva o expertos en ¿qué?.. o querremos alardear dando la sensación de “entendidillos” de la materia en cuestión, que de poco sirve si la mente no va unida al cuerpo y alma obviando al tiempo de la manera más necia donde nos hemos metido.
Qué es el Karate-Do?, aquellos que aún no han entendido lo que entraña el arte de lucha que se creó en las Islas RyuKyu, que abandonen sus “mundos de super héroes”, dejen a un lado sus llamativos cinturones de “experto”, sus logos multidisciplinares, trofeos, diplomas, títulos, acreditaciones, fotos cenas de gala, reuniones in situ, chupa cámaras, dojos lujosos que casi siempre están enfocados a vender y merchandising de turno, youtubers modernos que se creen que son algo porque durante un tiempo han practicado un karate y solo mercantilizan con este buen nombre que es mucho más que eso, es arte en sí mismo.
El Arte del Karate-Do no necesita de comercialización, necesita de apasionados practicantes, constructores, creadores, almas inmersas en él y en su dedicación plena que, con humildad y sin caer en los males del Budo, (que ya empiezan a avistarse desde el primer kyu o cinturón marrón), lo valoran como el camino de vida que es; si no se entiende esto, el Karate-Do dejará de existir como arte, dará vía libre a la ignorancia deliberada, el cretinismo y la necedad convirtiéndolo en un objeto de consumo entendido como una mera actividad deportiva, (odio este término).
El “Camino de la Mano Vacía” es un arte al nivel de la pintura, la escultura, la danza, la coreografía o la música, por poner ejemplos. Cada técnica correctamente aplicada en conjunción con otras dará lugar evidentemente a una buena obra pero será sólo una fiel reproducción si el artista marcial no acaba por imprimirle un toque personal “que realmente funcione”, lo expreso así porque cualquier buen estudiante de bellas artes puede hacer una más que correcta copia de un Dalí, pero nunca será un Dalí auténtico. El artista debe siempre basar su técnica en la enseñanza aprendida de los grandes maestros y de los que cada día le instruyeron, sí, pero si se considera artista como tal, estará obligado entonces para con la labor creadora.
Todos podemos ejecutar una Forma o Kata con pulcra corrección pero hay que ser un verdadero artista marcial para ser capaz de impregnar las técnicas con nuestro sello personal sin desvirtuar la esencia de para lo que fueron creadas, sin olvidar la elegancia tan necesaria para destacar sobre el rival.
Igualmente, no es menos importante tener la fortuna de dar con buenos instructores o maestros que transmitan sus enseñanzas y conocimientos, pero aún mas lo es el saber absorber y “robar” sus técnicas, eso marcará la diferencia de forma notable entre un artista y un karateka, (karatekas hay muchos, artistas marciales no tantos). Aprender de buenos maestros y seguir su línea es esencial para que el Karate-Do siga su proyección, en cada movimiento y mirada, en cada coordinación y explosión, en la suavidad y en la dureza…todo eso está en el universo y todo respira ahí, y ahí está el arte del Karate-Do en perfecto equilibrio y belleza envuelto en su enorme haz de luz que lo diferencia de por vida del mal llamado Karate, sin DO, cuando alude al Karate deportivo.
Eliminando el Do eliminamos el Camino porque en el Camino reside el Arte.


No olvidemos nunca que el cinturón blanco puro, con el que nos iniciamos en este enorme iceberg de conocimientos y cultura, es al que debemos aspirar al final de nuestras vidas como karatekas.

Pues el blanco a la larga es la suma de todos los colores, de todos los kyus, de todo el camino recorrido en el arte de la mano vacía.
Las diferencias se verán, más o menos rápido entre artistas marciales a corto o largo plazo pero aún esto no será suficiente porque también entraran en juego los señalados por la providencia. El alto ego, y todo su entorno, no garantiza al artista relevante, si no a un vulgar practicante que aún está a años luz de entrar en el templo de los elegidos con sus herramientas, el karategi y el obi.

“Un arte que no se basa en el sentimiento no es arte” (Paul Cézzane)
Shuseki-Shihan Pere-L. Beltrán, Març-2025 (頭師範 ペドロ・ベルトラン)
Mas Oyama’s Kyokushin Shibucho (大山 極真渋長)
Presidente-Fundador Seishin Kyokushin Organization (創業社長精神 極真連盟)