Artrosis vertebral

La artrosis es una enfermedad degenerativa crónica que puede afectar a cualquier articulación del cuerpo, en la columna se produce cuando hay deterioro en los discos situados entre las vértebras.

Los discos vertebrales actúan como amortiguadores y con la edad pierden elasticidad, haciendo que una vértebra choque con otra. En ocasiones, el hueso reacciona y crece por los lados (osteofitos).

Causas de la artrosis vertebral:

Aunque no se conoce la causa de esta patología con certeza, existen algunos factores de riesgo asociados a su aparición:

Edad y sexo: es más frecuente en mujeres con más de 50 años.

Actividad laboral: la repetición de los movimientos articulares (levantar objetos pesados, malas posturas mantenidas…) que llevan a la sobrecarga articular.

Tabaquismo: disminuye la irrigación sanguínea y la nutrición que llega a la columna, impidiendo la reparación del disco.

Obesidad: puede agravar la artrosis.

Traumatismos: fracturas y lesiones pueden desencadenarla.

Síntomas que nos permiten detectarla:

Al contrario de lo que se creía antiguamente, se puede afirmar que la degeneración del disco no causa dolor. A medida que el disco se va desgastando, la musculatura debe trabajar más para sostener la columna durante los movimientos. En caso de que la musculatura no sea capaz de coordinarse y resistir para asumir ese esfuerzo adicional, es posible que ocurra un sobreesfuerzo de la musculatura y se desencadene el mecanismo neurológico que produzca y mantenga el dolor.

Este dolor puede aparecer al realizar ciertos movimientos o sobrecargar la zona afecta, reduciendo la movilidad de la columna.

Por lo tanto la degeneración discal no sería la causa del dolor, sino un factor predisponente.

Cabe mencionar que cuando el disco está muy desgastado, el exceso de carga hace que el hueso forme un «osteofito». Esta estructura a veces puede comprimir un nervio o producir estenosis espinal (disminución del espacio del canal vertebral). En este caso, sí puede provocar dolor, hormigueo o pérdida de fuerza.

Para prevenir el desarrollo de la enfermedad se debe llevar una dieta sana y equilibrada, realizar ejercicio físico de forma moderada y evitar la obesidad. De la misma manera es importante corregir las malas posturas, sobre todo al cargar objetos pesados o realizar actividades laborales que implican sobreesfuerzo.

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