LA COMPETICIÓN PARA ADULTOS EN KYOKUSHIN
La orientación hacia el mundo de la competición, incluso al máximo nivel, difiere radicalmente del de otras artes marciales y deportes de contacto profesionales.
Principalmente debido a la inexistente remuneración a la hora de competir (incluso a nivel de Campeonato del Mundo), aunque en ocasiones se costeen el viaje o el alojamiento, la mayoría de las veces el competir es un gasto para el esforzado competidor (desplazamientos, gastos médicos y federativos, comidas, hotel, material, etc.).
Habitualmente el competidor posee un trabajo separado del karate y que le permite el “lujo” de asistir a los eventos a cambio de una bonita copa de latón o un sencillo diploma.
¿Y esto tiene alguna contrapartida?
Sí. Una persona compite por el mismo motivo que entrena, para ponerse a prueba, no contra transeúntes indefensos o en alguna discoteca, sino contra otros karatekas que se han preparado para rendir al máximo.
Las dificultades hacen que aquellos que las asumen lo hagan porque poseen un verdadero deseo de competir contra sí mismos, contra su propio miedo o sus complejos (¿Qué ha sido del famoso espíritu olímpico perdido entre cifras millonarias para los deportistas?) y la falta de remuneración aleja a los amigos de la química, ya que no tiene sentido doparse cuando no hay dinero en juego que haga rentable el gasto en esteroides, anabolizantes, etc.
Competir en un enfrentamiento casi real, es una vivencia más que podemos añadir al bagaje de experiencias fuera de lo común de nuestra existencia.
ASÍ SON LOS COMPETIDORES ADULTOS DE KYOKUSHIN KARATE……..
……. Y LA COMPETICIÓN PARA LOS MÁS JOVENES?
El Karate Kyokushin fomenta el respeto hacia los demás y sobre todo hacia uno mismo, a través de la disciplina tradicional japonesa, inculcando la necesidad del trabajo en grupo para lograr objetivos que satisfagan a todos, lo cual resulta provechoso para orientar la educación del niño/a de cara a la integración social.
El Karate Kyokushin ayuda al niño/a a marcarse objetivos y a racionalizar la relación entre trabajo duro y obtención de resultados.
Cuanto más tiempo lleve entrenando mayor será su habilidad y eso le aportará una saludable mejora de la autoestima.
Igualmente el Karate Kyokushin ayuda a reducir el estrés infantil y le libera del exceso de energías propias de su edad que, de no ser saludablemente eliminadas, pueden repercutir en su comportamiento e incluso en el rendimiento escolar.
El Karate Kyokushin desarrolla el autocontrol, instruyendo al niño/a sobre las verdaderas consecuencias de utilizar sus conocimientos con fines violentos, cosa que la televisión no hace, limitándose a mostrar el acto en sí.
El Karate Kyokushin desarrolla hábitos de relación social. El niño/a que sabe más que otro es asignado para ayudar a progresar a un compañero menos experimentado.
Esto le ayuda a relacionarse con otros, a racionalizar el proceso de enseñanza, a adquirir responsabilidades y resolver problemas a través de la observación y la búsqueda efectiva de soluciones.
El Karate Kyokushin favorece significativamente el perfeccionamiento de las destrezas motrices y las facultades respiratorias, mejorando la coordinación entre los ojos y las extremidades y desarrollando una fibra muscular que facilita el crecimiento, en lugar de entorpecerlo como en los deportes especializados en zonas musculares muy concretas.
Además ejercita la concentración, mejora la retentiva y la relación entre pensamiento y acción y estimula la imaginación.
Respecto a la edad de los practicantes, es muy variada y actúa de elemento regulador de la intensidad en los ejercicios, al igual que la experiencia del alumno (está rigurosamente censurado cebarse con los novatos).
La dureza del entrenamiento es distinta para cada uno y es una responsabilidad del instructor el velar por el correcto desarrollo de la clase y de la formación del estudiante.